Autora – Beatríz Beata
Sentí que me estaba volviendo loca
Paranoia!
Bendita seas paranoia!
Quería salvarlas a todas
A la chica de labios negros
A la de moretones en los ojos
A la de cicatriz en el pecho
A la rubia
A la negra
A la pelirroja
No tenía fuerza para escapar
Un alacrán me perseguía mientras bajaba por la escalera
Las piernas de palo no sirven para correr
Sirven
Sirven
Sirven, para ser astilladas
El proxeneta me tenía entre sus brazos
Olí su aliento y su sudor
Lo besé sin querer y me abofeteó,
Nadie quiere besar brujas
Nadie quiere besar muertas
Nadie quiere el sabor de la sal en su boca
Me prolongó en el abismo
Dijo cosas que no entendí,
Algo como bajada y subida
Vi a un abuelo con ropa café, calvo
Lo prolongaron a él también
Escuché un grito seguido de ruido seco
Me habían cortado ambas piernas
Me habían despojado de mis hermosos robles,
Era un elevador sin puertas
Otro grito
Otro golpe
Me pusieron en la orilla y vi al anciano junto a mi
Después, lo vi descender
Dieron la orden de: «Ahora!»
Vi elevarse a toda velocidad al anciano y cerré los ojos
Me obligaron a mirar todo!
Su cabeza abierta
Su sangre chorreando
Su cabeza floreada
Su sangre,
Su sangre oliendo
Se burlaron de mi y me dejaron postrada
Me cortaron los dientes
Me cortaron las manos
Denuncié los acontecimientos ante el juez gato,
Pero nadie me creyó
Dijeron, que todo había sido una pesadilla