Autora – Monserrat Arias
Nacer un huevo en donde todo era dorado
Un cotorrito triste
Un sin sueño… desmañanado
I
Un ave nómada, abriste ventanas clausuradas de la estación más amarga. Temores. Supe de cierto. Sostiene y nutre-consumido siempre-Altos edificios- Te has quedado tus ojos. Un lenguaje. Un ala negra. Oscuridad sin conseguir. Y MUY AL FONDO UN RECUERDO.
Y muy al fondo un pensamiento
II
Los pájaros tristes no cantan, mi abuela dice que son las vitaminas. Yo pienso que son las jaulas. Sobre jaulas. Sobre jaulas. Sobre jaulas. Una señora le ha traído dos canarios amarillos
como quien llega con una figurilla de porcelana
como un obsequio de cumpleaños.
A veces, en primavera, si cierras bien los ojos podrás ver que las calles con muchos árboles se retacan del grito agudo de las aves.
Son tantas y cantan tan fuerte
que pierdes el sentido si prestas atención.
Si prestas atención. Todas en parvada, dando vueltas en el cielo como una gran fiesta estridente se introducen en tu oído. Ese baile en espiral.
Por ello: cuando miro a mi abuela desde mi ventana, muy al fondo de la córnea, dando de comer a sus canarios, me aterra pensar que también sé eso de no comer bien, de esa idea que también es un bucle del que no se regresa.
Que también se de las jaulas y la soledad.
Un extraño sentimiento de no poder cantar.
III
Singular cerrar los ojos el ala tendida al viento aire no mañana tal vez volver en el territorio donde recordar es también volar. Hundida en trance la mano se mueve mimética en el terror vacío es uno el pensamiento. No miento. Una ola sí crítica cae en lo que sucede, pero no creíste nunca caer los pies en el frío. Fue el trance. El trance. El trance. Una gota cae ¿Son los ojos una hendidura de hiel a las dos de la mañana? Sacar el guijarro de la lengua para iluminar la palabra. Un chasquido en las vitaminas para no dejar de concentrarse en la trayectoria del vuelo y el canto.
Piquito de alpiste.
Te he extrañado tanto.
Fue la lágrima.
Una lógica del vacío.
Una espiral que se alimenta de todas nuestras criaturas extrañas.
Oscuridad en la mirada.
Oscuridad tambaleante truena los dientes y nos cuenta voces provenientes de un carro es la fuerza de la vida atada a un paraíso perdido que puede ser sumergible pero no remplazable ser buena no es una opción.
Los signos de Psiche ciega aciago ciego.
signos infinitos susurros desconocidos
una pequeña criatura se suma tintinea desde un mundo lejano
sobre un castillo en continuo derrumbe le gustan los soles derramados sobre heridas de miel mi ojo que lo cubre todo también
y no siente nada
Te lo obsequio forrado en celofán para que sientas en el corazón todo mi mundo descubierto.
III
y develar la piedra sin el alba entre los dedos.