Espacios vacíos, indecisiones centradas, alternativas congeladas durante la caída en nueve círculos de la serie Caminantes
En la serie Caminantes la idea de la transformación del espacio mediante la observación de los aspectos comunes y banales de la vida, es el punto medular. La atención se centra en los lugares que evocan a la especulación, a las preguntas, a los cuestionamientos. La imagen es una pregunta que se transforma, que evoluciona, poniéndola en una posición de vulnerabilidad en nuestra existencia.
En esta serie la mirada se enfoca en resaltar el limbo, los caminos son imágenes de la caída en el vacío. Nos sumerge en una fantasía de un mundo inestable, del viaje del que aún no llega pero ya se fue.
Para esta caída-ensayo-reflexión, retomo el viaje de descubrimiento y sorpresa que se desarrolla en el Mago de Oz, entre mezclandolo y estructurándolo con El Infierno de Dante. En este segundo texto construyo el discurso en dos recorridos del borde y nueve de la caída, de las preguntas, de las interrogantes. En el primer borde nos encontramos en La Selva Oscura, es allí donde se pierde la virtud, es donde empieza el recorrido de las dudas. El segundo borde que recorreremos antes de caer en los nueve círculos del infierno es El Vestíbulo, allí encontramos a los indecisos, a los que no saben si caer en el infierno o salvarse. Ya entrando en el Primer Círculo encontramos a los que nunca han conocido la fe, los asépticos, los incrédulos. En el Segundo Círculo vemos a los que sólo buscan el placer inmediato y personal pasando sobre los otros. En el Tercer Círculo encontramos la avaricia, la codicia, el egoísmo. Llegando al Cuarto Círculo vemos como las riquezas acumuladas hunden a los codiciosos en su propia angustia. Ya en el Quinto y Sexto Círculo se encuentran los que creen saberlo todo, los estudiosos que se amurallan en su conocimiento para no ver al resto de la humanidad. Llegando al Séptimo CÍrculo vemos la violencia y los que la ejercen, así como los que han humillado y agredido a sus iguales y a ellos mismos. Llegando al Octavo Círculo cada infracción es castigada por separado, es un dolor selectivo y especifico para cada acción cometida. En el Noveno Círculo en el fondo del infierno encontramos a los traidores enterrados en hielo, en cuevas, masticados y escupidos como ellos lo llegaran a realizar con sus pares. Este recorrido lo voy entremezclando con el camino que se realiza en el Mago de Oz, ya que es también un camino de regreso, de purgar los miedos y las indecisiones constantes, por ello lo creí oportuno en este ensayo de espacios vacíos, de indecisiones centradas, de alternativas congeladas.
SELVA OSCURA
A mitad del camino, en una selva oscura, había extraviado mi ruta, no había altillo, ni tampoco sótano, salvo un hueco cavado en el piso, donde podía cobijarme en caso de que se descargara un huracán tan fuerte como para barrerme en su camino.
¡Dura en temor es esta salvaje y áspera selva!
Es amarga, casi como la muerte de la respuesta. Tomamos el camino al sur y llegamos pronto con ella. Yo no sé repetir la forma en que entré, me encontraba dormido cuando de pronto arreció un vendaval y me se sacudió con violencia, entonces tuve miedo y llegue al lago de noche donde me tomó una angustia incontrolable.
¿Pueden ayudarme a encontrarla?
Repuesto un poco del cuerpo fatigado, seguí para perderme y poder irme con miedo. Cuidado al seguir otra ruta, pues las bestias gritan y no dejan a nadie andar por su camino, gracias a su instinto cruel y malvado el cual nunca se sacia de codicia, y aun después de comer tienen hambre y van resonando sus zapatos de plata alegremente sobre las tierras extrañas.
VESTÍBULO
El día se marchaba sorprendiéndome al ver lo bonita que era aquella región, mientras el aire oscuro quita a los seres que habitan las fatigas.
A los costados del camino se extendían cuidades y cercas pintadas de celeste, y más allá de ellas campos en los que abundan los cereales y las verduras, mientras yo sólo me disponía a sostener una guerra contra el camino y contra el sufrimiento que evocaría mi mente.
De tanto en tanto, pasaba frente a alguna casa cuyos ocupantes salían a mírame y la saludarme con gran respeto, pues todos sabían que temo entregarme a este viaje, el cual es el camino a la locura. Son sabios, ya que entienden lo que callo, ya que eran ellos quienes lo habían destruído, construyendo una cuesta oscura para salvarnos de la esclavitud. A pesar haberlo pensando, abandonamos la empresa que tan aprisa habíamos comenzado como una gran cúpula toda pintada de azul.
Se despidió de sus amigos y partió, brillaban sus pupilas más que las estrellas, cuando hubo andado varios kilómetros pensó que debía detenerse a descansar y hablarme, comenzó de forma clara y suave, de modo que trepó a lo alto de la cerca que corría a la vereda del camino y allí se sentó. Me vio asustado y se volvió temeroso hacia un espantapájaros colocado sobre un poste que se encontraba perdido y dispuesto a socorrernos manteniendo alejado al cielo de las aves.
Le dije: -Sé mi guía, mi jefe, mi maestro y te ayudaré a saltar la cerca, para que juntos andemos por el camino silvestre en dirección a la ciudad del bosque.-
CÍRCULO I
¿Por qué le gritas tanto?
Luego de andar varias horas no te atrevas a entorpecerle su fatal camino, déjalo llegar a una parte que se halle en mal estado y le resulte difícil caminar, es allí donde se puede lo que se quiere, y no me preguntes más.
Ahora se hacen sentir las dolientes, sálvalas de un salto y llega allí marchando en línea recta, de modo que se metan en un gran llanto de agujeros, que ellas te golpeen mientras te ríes de tu propia torpeza.
El agua era negra y sus ondas oscuras, descendimos al mediodía sentados cerca del arroyo, abriendo una cesta para sacar un poco de pan y ofrecerte un pedazo, el cual no aceptaste.
CÍRCULO II
Para seguir, no hay vallas bordeando en el camino, así que deberemos de beber mucho, antes de llegar hasta el pie de la torre más alta y al terreno descuidado lleno de malezas que se encaminan a su cima.
Bloqueando nuestra vista durante el atardecer conseguiremos llegar a un bosque donde los árboles son tan grandes y crecen tan juntos que sus ramas se unen logrando que todo esté muy oscuro, pues las hojas impiden el paso de la luz. Seguiremos adelante con temor, internándonos en el bosque donde hay lucecitas sin escolta, donde nuestros ojos apenas lograran verlas y contemplarán la tristeza de lo escrito.
¡Si entras allí, por algún sitio has de salir!
Tendremos que seguirlas dondequiera que nos lleven.
CÍRCULO III
¿En este fondo vive la falta de esperanza? -Esta pregunta le hice cuando hubo terminado de comer y se disponía a regresar.-
Raramente hay esperanza -él me respondió-
En ese momento le sobresaltó un profundo gemido, el cual se había escuchado muy cerca.
-Y le dije- sucede que nadie ha realizado el mismo camino por el que yo ando, ya que es el más bajo, el más sombrío y el lugar más lejano de los cielos.
-Una vez más me respondió- Bien si ese es el camino te puedes ir sin miedo, pero antes detente en la primera casa que veas para pasar la noche.
-le pregunte reiteradamente-
¿Cómo es que aún conservas esa arrogancia? ¿Por qué resistes al deseo?
Y se echó al hombro el bosque, sin hablarnos, sin decirnos una palabra, hasta llegar a nuestro recuerdo.
CÍRCULO IV
Por el extremo del acantilado con suerte llegaremos a un gentío aún más doliente que los nuestros y allí poco después de reanudar el viaje llegarán todos a un sitio horrible por el exceso de la peste que saldrá del abismo, donde los árboles y las ramas crecerán al abrigo de los viajeros que no pudieron pasar, y en ese momento veremos un escrito que nos dirá: “Aquí el Leñador está encerrado por trabajar con su hacha de manera empeñosa, abriéndose paso entre aquellos, apartándonos del buen camino.”
Conviene que bajemos lentamente para que nuestro olfato se acostumbre al triste aliento del avaro y a sus frutos que desprecia, poniendo de lado la esperanza, la cual se encontraba tan distraída que mientras marchaba no se dio cuenta cuando tropezó cayendo y rodando mientras gritaba pidiendo lo que pienso.
CÍRCULO V
Por estas virtudes tus compañeros continuaron marchando por el tupido bosque, en esos lugares se encontraba casi enteramente cubierto por ramas secas y hojas muertas, de manera que no resultaba fácil caminar.
-Y me dijeron-“Danos algo que nos acompañe, que nos muestre por dónde se vadea, y que nos lleve por donde pocos pájaros encuentren el cielo, donde el sol brilla sin obstáculos, encima sus rugidos provenientes de la garganta de los animales salvajes, ocultos entre las arboledas que viajan por el aire.”
-Volviéndome a la derecha les dije- “Estos ruidos han acelerado los latidos del corazón de la niña, vuelvan y denle una guía háganse pasar por otro grupo de ladridos.”
Para entonces ya nos habíamos marchado con una fiel escolta por la ribera del bullicioso rojizo, en donde muchos gritaban por los alrededores de las aves que hervían sin atreverse a contestar con ladridos para ordeñar las lágrimas de un terrible rugido arrancando los hervores asestados de un golpe y agudas garras, quedando inmóvil gracias a su gran sorpresa.
CÍRCULO VI
Camina, yo marcharé a tu lado con un misterio y te alcanzaré más tarde llorando tus eternos males. No ose yo contrariar a los otros animales del bosque y andar con ellos esperando que fuese valiente, así que agaché la cabeza rugiendo con fuerza.
¿Qué desfortuna o destino te trae?
Me trae el ser viviente que se asusta y se aparta del mi camino.
¿Y que es el camino?
Siempre que lo he encontrado, he tenido miedo y pánico, pero no tenía más remedio que perderme por el valle antes de que mi edad fuese perfecta para fugarme. Si los elefantes, los tigres y los osos hubieran tratado alguna vez de detenerme y pelear, yo habría salido corriendo durante el día dejándolos, y si en cualquier oportunidad pisara un escarabajo que se arrastrara por el camino yo lo mataría, llorándolo con gran pesar y alegrándome pues vería surgir de él un arenal de humo. En ese momento las lágrimas se deslizaron lentamente por mi cara hasta mis articulaciones y allí ellas me enseñarían a mirar por dónde caminé sin abrir la boca, yo asustado por esto, hice varias señales pero nadie me entendió.
-Entonces nuevamente me dijo- “Si llegaras a matar a otro bicho tampoco podrías comprender qué te pasaría, pero es seguro que volverías a llorar y volverías a hablar como siempre.”
CÍRCULO VII
Mira a la bestia, como marcha con cuidado y con la larga cola aguda, fija los ojos en el camino, pasa por los montes, rompe los muros, las armas y al ver a la primera hormiga u otro insecto que se arrastre por la tierra, apártate con rapidez y escucha como se apesta todo.
-Él sabía muy bien que no tenía razón por lo cual dijo- “Es preciso torcer nuestro camino un poco junto con aquella malvada bestia que está allí tendida, la cual se esfuerza más que todos nosotros por ser cruel, evitando las llamas y caminando diez pasos más adelante por el borde de la nada.”
Al despertar vi que este día iba a ser muy ajetreado, pero no creo que más grande que el miedo surgido aun caminando más de una hora al lograr ver la gran zanja que cruzaba el camino y parecía dividir el bosque en dos partes, haciéndonos abandonar las riendas, haciendo que el cielo ardiera y al acercarnos cautelosamente por el borde, pudimos observar su profundidad en la cual debíamos caer sobre las numerosas piedras afiladas que salpicaban el fondo derretido tal como ícaros sin alas.
¡Llevamos mal camino! -Gritamos-
Sus costados eran tan empinados que ninguno de nosotros pudo deslizarse hasta abajo o subir de nuevo por la parte opuesta, y por un momento pareció que allí iba a terminar el viaje, pero de inmediato noté que estábamos rodeados de aire.
Después de un descanso, continuamos la marcha y apagamos cualquier visión que no fuese la de la fiera nadando lentamente, preguntándose si alguna vez saldría de aquella espesura para volver a ver la luz del sol. Así empezamos a oír ruidos misteriosos procedentes de lo profundo y muy lentamente giramos descendiendo con el viento en el rostro y por debajo de los susurros que pronunciaban los Kalidahs.
CÍRCULO VIII
En medio hay un sitio en donde los viajeros se sienten más ansiosos por salir que antes, así que marchan con rapidez y los árboles se van tornando cada vez más escasos a medida que avanza la tarde y llegarán de pronto a la orilla de un ancho río de flores cargadas de frutos deliciosos.
CÍRCULO IX
Con la ferocidad y con la saña que los perros atacan al mendigo, impulsamos la balsa que de pronto se paró y limosneó con dos largas varas. Al principio todo marchó bien hasta que se arrojaron en contra de ellos, volviéndose arpones y arrastrándonos a la embarcación.
¡Que ninguno se atreva! -Gritamos-
Pero cuando llegamos al centro del río, la fuerte corriente empezó a oírnos y salimos de entre los quietos, diciéndonos ¿de qué sirve? Solo entonces me vi alejándome cada vez más del camino del que me habías visto venir.
Déjame andar cinco horas más con mil doscientos sesenta y seis años, déjame hundirme en el camino abatido y así les podre decirles ¡No me toquen!
La corriente nos había llevado muy lejos, justo allí atrás de las rocas del puente agazapado, por lo que yo avancé deprisa y los diablos se me echaron delante temiendo que no guardara lo pactado, después de que los infantes pudieron huir y reírse de los enemigos.