
La obra de Natalia Lach-Lachowicz (Natalia LL, Polonia, 1937–2022) articula una práctica radicalmente crítica y visionaria, anclada en la experimentación conceptual y en una profunda conciencia feminista del cuerpo como campo de inscripción política y simbólica. Formada en un contexto de censura ideológica y represión estatal, Natalia LL convirtió la creación artística en un acto de emancipación subjetiva, en un proceso de desestabilización de los lenguajes que regulan la mirada, el deseo y la memoria.

Desde sus primeras obras de los años 60, Natalia LL manifestó un interés por el lenguaje como estructura y como límite. En la serie Fotografía permanente (1964–1966), abordó la repetición de signos visuales y gestuales para evidenciar los automatismos del ver, anunciando ya una crítica estructural de los códigos perceptivos. Esta preocupación se amplificó en Registro permanente (1969), donde la artista somete su propio cuerpo a un escrutinio sistemático, haciendo del archivo fotográfico una herramienta para descomponer la noción de identidad estable.

Su obra más icónica, Consumismo artístico (1972–1975), marca un punto de inflexión tanto en su trayectoria como en la historia del arte feminista europeo. En esta serie performática, Natalia LL se representa comiendo de forma sugerente alimentos como plátanos, salchichas o gelatina, evocando la estética publicitaria y pornográfica que objetualiza los cuerpos femeninos. Sin embargo, lejos de asumir una postura pasiva, la artista subvierte esta mirada mediante la exageración, el artificio y la autorrepresentación, haciendo visible el dispositivo ideológico que construye la imagen de la mujer como mercancía. La obra no solo parodia la cultura de consumo, sino que desactiva su lógica mediante una estrategia conceptual y visceral a la vez.

En la serie Esfera de lo íntimo (1977–1980), Natalia LL explora las dimensiones más subjetivas del cuerpo y del deseo, integrando elementos oníricos, rituales y simbólicos. Este giro hacia lo místico y lo introspectivo se profundiza en los años 80, cuando comienza a incorporar imaginarios relacionados con el ocultismo, la metafísica y la espiritualidad. Obras como Misterium Lucis (1981–1983) revelan una voluntad de trascender los límites materiales del cuerpo para acceder a una dimensión simbólica más amplia, en la que lo femenino se asocia con el poder de lo visionario y lo inefable.

Su práctica performática —registrada en video, fotografía y texto— no busca documentar acciones, sino activar un pensamiento visual que transforma al espectador en cómplice y testigo de una experiencia límite. Natalia LL concibe el arte como ritual de transfiguración, como acto de resistencia ante los sistemas normativos que definen lo visible y lo decible.

A lo largo de su carrera, Natalia LL mantuvo un diálogo constante con la teoría, la filosofía y los discursos críticos de su tiempo. Fue cofundadora de la Galería Permafo (junto a Zbigniew Dłubak y Andrzej Lachowicz), un espacio clave para el desarrollo del arte conceptual en Europa del Este. Su obra trasciende la categoría de “arte político” en sentido estricto, ya que despliega una política de la sensibilidad que atraviesa el lenguaje, el cuerpo y la imagen desde una perspectiva profundamente transformadora.
