
Itu Ninu es una obra de ciencia ficción profundamente enraizada en un gesto político poderoso dentro del panorama cinematográfico contemporáneo. Dirigida por Itandehui Jansen y hablada en lengua mixteca, la película construye un futuro distópico que no solo advierte sobre las consecuencias del cambio climático, sino que también propone un modo alternativo de habitar el cine, desde lo ético, lo afectivo y lo ambientalmente responsable.

Ambientada en el año 2084, la historia de Ángel y Sofía, migrantes climáticos desplazados por la devastación ecológica, se despliega en un mundo donde la tecnología y la vigilancia modelan la existencia humana. No obstante, a diferencia de otras ficciones distópicas que celebran la espectacularidad tecnológica, Itu Ninu apuesta por la contención, por un cine de bajo impacto ambiental que reutiliza locaciones, vestuario y utilería, poniendo en práctica una producción coherente con su propio discurso. En este gesto se halla una crítica estructural a la lógica extractivista no solo de la industria global sino del mismo cine.
La película articula su relato desde una perspectiva comunitaria y lingüística que subvierte los cánones del género. Que una distopía futurista sea narrada en mixteco no es una mera curiosidad, sino una afirmación de que las lenguas indígenas no solo tienen pasado, sino también futuro. La inclusión de la poeta bilingüe Nadia Ñuu Savi, que adapta creativamente el guion a un idioma que carece de términos tecnológicos contemporáneos, otorga una dimensión poética que revitaliza la lengua como vehículo de imaginación política y cultural.

La relación epistolar entre los protagonistas no solo humaniza la narrativa, sino que introduce una textura emocional que recuerda el poder de la comunicación íntima y clandestina frente a un sistema deshumanizante. En medio de un entorno tecnificado y desolado, escribir cartas en mixteco se convierte en un acto de resistencia afectiva y de preservación identitaria. Este cruce entre el cuidado del lenguaje y el cuidado del otro es uno de los núcleos éticos de la película.
Desde una mirada formal, Itu Ninu no intenta competir con los grandes despliegues visuales de la ciencia ficción global. Su apuesta estética es austera, cercana al cine independiente, pero no por ello menos potente. La atmósfera que logra Jansen es de una belleza crepuscular, sostenida por un tempo contemplativo que permite reflexionar sobre los cuerpos desplazados, el silencio, y el desgaste del planeta como heridas compartidas.
Este largometraje se inscribe también dentro de una genealogía de cineastas que se preguntan cómo hacer cine desde una conciencia descolonial y ecológica. En este sentido, la obra dialoga con el cine indígena latinoamericano reciente que busca no solo representar, sino generar desde sus formas de producción, circuitos, lenguas y sentidos otro modo de mirar y ser mirado. La ciencia ficción en Itu Ninu no es, por tanto, un mero ejercicio de especulación futurista, sino una tecnología narrativa para restaurar la memoria y proyectar un porvenir desde los márgenes.