
Xoftex, segundo largometraje de Noaz Deshe, se presenta como una experiencia liminar, tanto en lo formal como en lo político, y encuentra su fuerza precisamente en ese carácter inestable, desbordado y fragmentario que rehúye de toda certeza estética.
Ambientada en un campo de refugiados, el filme explora lo que podríamos llamar la metafísica del asilo, una existencia suspendida entre el no-lugar y el no-tiempo. Este es el espacio donde habita Nasser, un adolescente palestino-sirio que sobrevive junto a su hermano mediante la imaginación, la creación audiovisual casera y la ilusión de un futuro posible. Lo que Deshe filma no es tanto la acción como la inacción, no el drama épico del escape, sino la erosión cotidiana del deseo, del cuerpo, del tiempo.
El director descompone el lenguaje cinematográfico en una propuesta híbrida donde conviven el registro documental, la ciencia ficción, la comedia ácida y el terror social. Esta transgresión de géneros es la vía que Deshe encuentra para abordar una realidad que, por su propia naturaleza, excede las lógicas representacionales. Las carpas que simulan ser iglesias, las habitaciones que fingen ser hogares, los cuerpos que se repiten en el tedio burocrático, hacen del campo un escenario espectral, una distopía en curso.

El film se plantea como un juego de espejos entre ficción y documental, entre delirio y realismo, el cine mismo aparece como forma de resistencia, como lugar donde la espera se convierte en gesto creativo. El trabajo de cámara refuerza la estética del desborde, encuadres cerrados que sofocan, texturas que se disuelven en la oscuridad o el exceso de luz. La edición, compartida con Felipe Guerrero, es otro de los elementos que potencia la dislocación temporal, cortes bruscos, saltos oníricos, escenas que se repiten en bucle. Todo esto contribuye a construir una narrativa que no fluye, sino que se estanca, se pliega, se descompone.

Deshe convierte al campo en una zona donde lo humano se pone a prueba, donde la condición de refugiado implica responder a dispositivos que intentan medir lo irrepresentable, el sufrimiento, la urgencia, la dignidad. Es una propuesta, es un cine que busca representar al refugiado como un sujeto complejo, lleno de contradicciones, deseos y fantasmas. Y en esa complejidad, radica su potencia.