Toda imagen es una huella de lo que está en proceso de desaparición.
Georges Didi-Huberman

Kamal Aljafari propone un ensayo visual sobre la memoria y el colonialismo, así como un contraarchivo fílmico que subvierte la imagen como garantía de verdad para exponer su carga histórica, política y estética.
A partir de material rescatado del saqueado Palestine Research Centre, que fue fundado en 1965 como centro de conservación cultural y que fue destruido durante la invasión israelí al Líbano en 1982, Aljafari reconstruye una película que no pretende restaurar lo perdido, sino intervenir el deterioro como lenguaje. A Fidai Film trabaja con la imagen herida. Colorea los vestigios, los raya, los quema, los transforma, para denunciar su manipulación, su saqueo, su borradura. Esta corrosión formal, estética y política se convierte en el nervio central de la película.

El filme descompone la imagen colonizada para exhibir sus fisuras. Así, Aljafari busca expulsar las formas dominantes de representación de Palestina. Las imágenes se presentan aquí como superficies en disputa, como huellas en ruinas que resisten desde su precariedad.
La película se articula como una respuesta ética y estética al apartheid visual que, desde hace décadas, deshumaniza al pueblo palestino a través de discursos mediáticos y cinematográficos que oscurecen las estructuras de violencia sistemática. A Fidai Film propone un espejo invertido, en donde la imagen agranda y muestra, la herida haciendo del daño un signo de vida.

La referencia a Ghassan Kanafani, escritor palestino asesinado por el Mossad, inscribe la obra dentro de una tradición revolucionaria que entiende la cultura como parte de la lucha. El término “fidai” —combatiente por la liberación— ya no remite aquí a un cuerpo en armas, sino a un cuerpo que filma, que reescribe, que resiste desde el lenguaje visual. A Fidai Film es un gesto insurgente contra la lógica colonial y la narrativa neutral del documental occidental.