
La eterna adolescente se inscribe en el territorio de la autoficción, en una experiencia cargada de melancolía, ternura y recriminaciones. Eduardo Esquivel construye un delicado y honesto retrato coral de una familia fracturada por la pérdida, en la que el dolor opera como una presencia fantasmal, mediante la muerte de Mónica, la hija ausente, ese es el gran agujero negro.
La película nos sitúa en un tiempo suspendido, el fin de semana navideño en que Gema, la madre, reúne a sus tres hijos tras un intento de suicidio. Lo que sigue es una exploración íntima y sutil del duelo no resuelto, de las relaciones familiares congeladas por el paso del tiempo y de las narrativas que se construyen en torno a los archivos afectivos.

La eterna adolescente crea su propia arqueología doméstica, mediante videos caseros que simulan grabaciones de los años noventa, filmados con estética VHS por el equipo de producción. Esta maniobra, más que una estrategia estética, es una declaración ética y política sobre el modo en que se fabrica la memoria, no como registro objetivo, sino como invención afectiva. La figura de Mónica funciona como archivo viviente y como ausencia estructural, es el ojo que grababa y, a la vez, la mirada que falta.
No hay explosiones dramáticas, sino fisuras, miradas que acusan, silencios incómodos, pequeños estallidos de ternura o enojo que devuelven humanidad a los personajes. El elenco, dominado por mujeres, consigue una química que hace creíble la tensión entre el cariño y el resentimiento, entre la complicidad y la distancia.
Visualmente, la fotografía de Bruno Santamaría Razo crea una atmósfera de liminalidad, mediante planos cálidos e inestables, con encuadres que capturan la belleza íntima de lo cotidiano así como una sensación de asfixia emocional. La película construye una poética visual que apuesta por un lenguaje sensorial, en el que el pasado se filtra como niebla sobre el presente.

La eterna adolescente es una película sobre lo que queda, sobre los vínculos interrumpidos, los rituales familiares que fallan.