
En Mictlán, Joan Fontcuberta retoma su labor como falsificador de lo real para dirigirla hacia los territorios del desgaste, la podredumbre y el olvido. El fotolibro se construye a partir de un archivo de imágenes abandonado —material deteriorado por el tiempo que resiste a su desaparición total—, y se convierte en un laboratorio de ruinas visuales. Fontcuberta explora la potencia del residuo como detonante crítico. Le interesa lo que ya no encaja, lo que se ha corrompido en su forma y en su sentido, aquello que se desvanece. En esta deriva hacia lo espectral, el archivo deja de ser un depósito de certidumbre para convertirse en zona de ambigüedad, en territorio de invocación.
Como en otras de sus obras, Fontcuberta desmonta aquí los dispositivos de legitimación del conocimiento visual, pero en Mictlán lo hace desde el reaprovechamiento de desechos fotográficos. Su metodología mezcla el gesto científico con el artificio narrativo, el documento con el simulacro, el mito con la manipulación. Lo que emerge es una constelación de signos que parodian los lenguajes del archivo, es el catálogo arqueológico, es la mirada etnográfica, la estética del hallazgo colonial.

En este proceso, la imagen se vuelve frágil y sospechosa. ¿Qué vemos cuando vemos una imagen desgastada? ¿Qué valor tiene la fotografía como evidencia si su contenido se ha desdibujado? Fontcuberta tensa estas preguntas desde una estrategia de montaje que nos enfrenta a la memoria como construcción. Mictlán invoca así un territorio de la imagen donde el deterioro opera como crítica como una condición para pensar los límites del registro visual y las formas de autoridad.

La muerte en estas imágenes son su punto de fuga, su mutación en otras narrativas. Fontcuberta propone al Mictlán como una interfaz especulativa, como un umbral donde los fantasmas del archivo —imágenes perdidas, fragmentos corroídos, documentos sin contexto— regresan para poner en crisis nuestras ideas de memoria, verdad y representación.

Mictlán es un fotolibro que busca activar una pregunta contemporánea, ¿cómo se fabrica la historia visual? Con un gesto entre arqueológico y performativo, Fontcuberta nos obliga a habitar la inestabilidad de las imágenes, su condición borrosa, erosionada, apócrifa. En esa inestabilidad reside la fuerza crítica de su propuesta.



