
El storytelling se ha convertido en una herramienta en los campos de la comunicación, el arte, la publicidad y la educación, como dispositivo de construcción de sentido. Su importancia radica en su capacidad de organizar la experiencia humana a través del relato, ofreciendo un marco simbólico que da coherencia a lo vivido, a lo imaginado y a lo proyectado.
En un contexto saturado de información, el storytelling adquiere relevancia porque conecta emocionalmente con las audiencias. Inscribe a los datos en una trama afectiva que permite recordar e identificarse. Esta dimensión emocional es la vía por la cual el relato se convierte en experiencia.

Desde una perspectiva cultural, el storytelling funciona como una tecnología de la memoria colectiva. Los relatos construyen comunidades simbólicas, dan forma a los imaginarios sociales y permiten la transmisión de valores, miedos o aspiraciones. En este sentido, el storytelling instituye identidades y fabrica realidades compartidas. A través de los relatos se produce una sedimentación de sentido que orienta las prácticas sociales y las formas de mirar.
En el ámbito de la publicidad y los medios contemporáneos, el storytelling ha desplazado el enfoque informativo hacia una narrativa experiencial, donde las marcas o proyectos culturales buscan ser parte de la historia del público. Este desplazamiento responde a una mutación profunda, donde la eficacia comunicativa reside en la experiencia narrativa que lo envuelve. Así, cada historia se convierte en un espacio de interacción, donde el espectador deja de ser receptor pasivo para transformarse en coautor del sentido.

La importancia del storytelling radica en su poder configurador de mundos, ya que articula memoria, emoción y lenguaje para dar forma a lo que entendemos como realidad. Su fuerza reside en su ambigüedad, ya que puede ser una herramienta de resistencia —cuando permite narrar lo invisibilizado o reescribir los archivos del poder— o un instrumento de manipulación —cuando se utiliza para colonizar el deseo y construir ficciones hegemónicas. Por ello, comprender críticamente el storytelling implica reconocer su potencia estética y política, y asumir que todo relato es una forma de intervención en el modo en que habitamos el mundo.
En el ámbito de la creación artística, el storytelling adquiere una dimensión que trasciende la narración de una historia y se convierte en una forma de pensamiento estético, un modo de organizar la experiencia sensible y simbólica. Contar una historia, en el arte, implica tejer relaciones entre imágenes, gestos, sonidos, silencios y memorias que dialogan entre sí. En este sentido, el storytelling es tanto una estructura como una poética, como un proceso que permite articular el imaginario personal con las tensiones colectivas de una época.

La importancia del storytelling en la creación artística reside en su capacidad de construir sentido a partir de fragmentos. Frente a la dispersión del mundo contemporáneo, el relato actúa como una trama que une lo discontinuo, lo íntimo y lo político. El artista reconfigura la experiencia del tiempo y la memoria, abriendo la posibilidad de que el espectador se convierta también en intérprete y co-creador del sentido. Así, el storytelling se transforma en una herramienta de mediación entre la obra y quien la recibe, entre lo visible y lo imaginado.
A diferencia del relato tradicional, el storytelling artístico busca activar una zona de indeterminación. En esta ambigüedad reside su potencia, donde el relato es un proceso vivo, un entramado de voces, materiales y temporalidades que se entrecruzan. De ahí que muchas prácticas contemporáneas —desde el videoarte hasta la performance o las narrativas transmedia— utilicen el storytelling para producir experiencias inmersivas, donde la historia se despliega en múltiples soportes y formatos, expandiendo su campo de significación.

Además, el storytelling en el arte tiene una dimensión ética y política. Narrar es también dar lugar a lo que fue silenciado o borrado, intervenir en los modos de visibilidad, disputar el archivo. Al contar de otra manera, el arte cuestiona las narrativas oficiales y propone contrarrelatos que visibilizan cuerpos, memorias y afectos marginados. De esta forma, el storytelling se convierte en un acto de resistencia simbólica, creando un modo de rehacer el mundo desde la sensibilidad y la imaginación.
El storytelling en la creación artística abre un espacio de experiencia, donde la memoria, el error, la emoción y la imaginación se entrelazan. Es una herramienta que permite recrear el sentido, interpelar la realidad y construir universos poéticos desde los márgenes del lenguaje. En su forma más profunda, narrar en el arte es un modo de habitar el mundo y de transformarlo.
