En el documental contemporáneo, la noción de “narrador” ya no se restringe a una voz que organiza los acontecimientos o a una instancia autoral que guía al espectador. Con la irrupción de los formatos transmedia, que distribuyen el relato a través de múltiples plataformas y lenguajes, los estilos narrativos se convierten en estrategias que definen no solo cómo se cuenta una historia, sino desde dónde y con quién se construye.
A partir de los estilos directo, indirecto e indirecto libre, puede pensarse una tipología expandida que atraviesa la experiencia documental en entornos digitales, donde la narración se despliega como una red de voces, dispositivos y mediaciones.
El estilo directo: la ilusión de la voz inmediata
En la tradición narrativa, el estilo directo se caracteriza por la ausencia de intermediación, es donde el narrador cede la palabra al personaje o a la fuente, generando una sensación de autenticidad. En el documental transmedia, este estilo se traduce en el uso de testimonios, publicaciones, mensajes y archivos personales que parecen emerger directamente del universo narrado.
Formatos como los videoblogs, las notas de voz o las publicaciones en redes sociales refuerzan esta estética de la inmediatez. El espectador accede a los materiales como si se infiltrara en la vida de los protagonistas, como un chat recuperado, una carta digitalizada, una transmisión en vivo desde un teléfono móvil. La mediación técnica queda oculta, y lo que se percibe es la voz cruda del acontecimiento.
Sin embargo, esta ilusión de transparencia es una construcción narrativa en sí misma. El estilo directo en el entorno transmedia no elimina la mediación, sino que la disfraza. Cada plataforma, algoritmo o interfaz determina la forma en que esa “voz propia” se enuncia. En este sentido, lo que parece directo es también una forma de montaje, una estrategia de verosimilitud que busca generar empatía e inmersión.
En los proyectos de documental interactivo, este estilo promueve una relación afectiva con el espectador, en la cual no solo observa, sino que participa del relato, siente que escucha al otro sin intermediarios y que su propia interacción forma parte del testimonio.
El estilo indirecto: la mediación como dispositivo crítico
El estilo indirecto, por el contrario, explicita la presencia del narrador. En este caso, la historia llega mediada por una voz que interpreta, traduce o reconstruye los hechos. En el documental transmedia, este recurso se manifiesta en dispositivos curatoriales, archivos digitales y narrativas de investigación que introducen capas de lectura y reflexión.
El narrador puede ser un periodista, un investigador o incluso una base de datos que organiza y comenta los materiales. El espectador ya no escucha la voz de los protagonistas, sino una voz sobre la voz, una interpretación que tensiona la noción de verdad documental. Este desplazamiento genera una distancia crítica, donde el usuario es un lector que debe descifrar la red de mediaciones.
En este estilo, el documental transmedia adopta una forma meta-narrativa, donde el relato trata sobre el propio acto de narrar. La mediación se convierte en tema y estructura. Los diferentes medios —video, texto, audio, interfaces interactivas— funcionan como capas que filtran la información, revelando que toda verdad documental es una construcción.
Este estilo, por tanto, introduce un componente epistemológico, el cual invita al espectador a pensar la mediación como parte del discurso y a desconfiar de la transparencia del testimonio. Al hacerlo, amplía el campo del documental hacia una práctica de archivo crítico, donde la narración se cruza con la investigación, la memoria y la interpretación.
El estilo indirecto libre: la fusión de voces en la narración expandida
El estilo indirecto libre surge como un territorio híbrido entre el directo y el indirecto. En él, las voces del narrador y de los personajes se entrelazan hasta el punto de volverse indistinguibles. En el documental transmedia, este fenómeno se multiplica, donde las fronteras entre autor, testigo y espectador se diluyen.
Aquí, la voz narrativa se vuelve coral y polifónica. Los materiales pueden integrar fragmentos de testimonios, comentarios de usuarios, narraciones en off y textos curatoriales que se mezclan en un flujo continuo. Un usuario puede intervenir en una línea temporal, escribir una memoria colectiva o añadir su propia versión de los hechos.
El estilo indirecto libre se expresa en experiencias donde el relato se compone en tiempo real, como en proyectos participativos o plataformas abiertas que permiten reescrituras, apropiaciones y recombinaciones de materiales. El discurso se vuelve permeable, y la frontera entre narrador y audiencia se disuelve.
Esta fusión de voces propone una ética del documental, la coautoría. El relato se construye como una conversación expandida, un archivo en movimiento donde cada participación deja huella. En esta modalidad, la verdad se negocia.
Los estilos narrativos —directo, indirecto e indirecto libre—, constituyen modos de relación entre el discurso, el acontecimiento y el espectador. En el documental transmedia, estos estilos se presentan como tensiones complementarias dentro de un ecosistema narrativo.
El estilo directo busca la emoción y la inmediatez; el indirecto, la reflexión y el análisis; el indirecto libre, la polifonía y la participación. Juntos conforman una gramática de la mediación múltiple que redefine la experiencia documental, ya que contar es activar una relación entre voces, medios y tiempos.
En este marco, el documental transmedia se convierte en un laboratorio de narrativas donde la voz se fragmenta, se distribuye y se reescribe. El espectador interviene, traduce y continúa la historia.
