
Karma, del fotógrafo español Óscar Monzón, es un libro que opera como un golpe visual, mediante un recorrido nocturno por la ciudad de Madrid que expone la fragilidad del espacio privado en una sociedad saturada de dispositivos ópticos. Monzón construye un dispositivo fotográfico que captura instantes robados, miradas sorprendidas, cuerpos detenidos en su tránsito por la noche urbana.

Las imágenes arden por su carácter intrusivo. La fotografía aquí irrumpe, viola, se adelanta al consentimiento. Rostros iluminados por un destello repentino, gestos congelados en un segundo de descuido, escenas que normalmente no deberían ser vistas, Karma habita esa frontera incómoda donde mirar implica siempre una forma de transgresión. Monzón no oculta esta incomodidad; al contrario, la convierte en motor y sentido del proyecto. Cada imagen funciona como una prueba luminosa de una invasión visual.

La potencia del libro reside en esa ambivalencia, donde la cámara opera simultáneamente como dispositivo de control y como espejo oscuro. En tanto control, recuerda a los mecanismos de vigilancia que atraviesan la vida contemporánea, donde las cámaras de tráfico, teléfonos móviles, sensores que registran movimientos y rostros. Karma devuelve al espectador la imagen distorsionada de su propio deseo de mirar. Las fotografías seducen, atraen, generan un placer visual intenso en su grano, sus destellos, sus texturas, incluso mientras revelan el malestar ético que las constituye.

El espectador se sitúa así en una posición doble, como cómplice y víctima. Culpable por disfrutar de una mirada que no le pertenece, y vulnerable al reconocer que esa misma mirada podría dirigirse hacia él. Monzón expone la pulsión voyeurista de la imagen contemporánea y, al mismo tiempo, la contamina de belleza, de las luces que se fragmentan en el cristal, pieles que reflejan el flash, escenas que parecen emerger de un sueño eléctrico.
Karma es una reflexión crítica sobre los límites del mirar. El proyecto nos muestra cómo el deseo de ser visto atraviesa a quienes son fotografiados. El libro revela lo que ocurre cuando la intimidad se vuelve porosa y cuando la fotografía deja de ser un acto inocente para convertirse en un gesto cargado de poder, riesgo y fascinación.

Monzón consigue así un trabajo brutal y hipnótico, capaz de confrontar al espectador con su propio deseo de mirar. Karma es un espejo que incomoda, que refleja la vigilancia cotidiana, la fragilidad del anonimato urbano y la oscuridad que late en el acto mismo de fotografiar.
