
Con Sex, Love, Dreams (Drømmer), Dag Johan Haugerud confirma su lugar como uno de los cineastas más sensibles y lúcidos del norte de Europa. Ganadora del Oso de Oro a la Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Berlín, la segunda entrega de su trilogía, ubicada entre Sexo y Amor, llega a la 78 Muestra Internacional de Cine como una obra que combina agudeza narrativa, intimidad emocional y una profunda reflexión sobre los deseos que configuran nuestra vida afectiva.

La película sigue la historia de Johanne (Ella Øverbye), una adolescente que desarrolla una fascinación tan intensa como confusa por su profesora de francés, Johanna (Selome Emnetu). Este despertar emocional sirve como detonante de una serie de tensiones que atraviesan a toda su familia, donde su madre y su abuela comienzan a confrontarse, cada una desde su propio lugar, a través de sus sueños, frustraciones y deseos que han evitado mirar de frente durante años. Haugerud construye así un relato coral donde lo íntimo se expande para mostrar la complejidad de las relaciones intergeneracionales y el choque entre lo que se sueña y lo que se puede vivir.

Fiel a su estilo, el director apuesta por una puesta en escena contenida, casi transparente. Los planos sostenidos, el ritmo pausado y la dirección actoral minimalista permiten que los personajes respiren, que el espectador se acerque a ellos sin presión. Como en Tres colores de Kieslowski, inspiración reconocida por Haugerud, cada filme de la trilogía dialoga con los otros desde una perspectiva distinta, aquí, los sueños funcionan como una zona liminar entre aquello que imaginamos y aquello que nos atrevemos a decir.

La fuerza de Sex, Love, Dreams reside en su mirada honesta y profunda sobre el deseo. Haugerud evita toda moralización para mostrar cómo la sexualidad femenina, adolescente, adulta y madura, está atravesada por silencios, expectativas sociales y contradicciones. En el centro, la fascinación de Johanne no se presenta como tabú ni como provocación, sino como un impulso vital que busca comprenderse a sí mismo.

La película se ha consolidado como uno de los relatos más sensibles del cine europeo reciente. Sex, Love, Dreams es una obra sobre la posibilidad de escucharnos, iniciando por nosotros, escuchando a nuestros afectos, a nuestros cuerpos. Un viaje delicado hacia el autodescubrimiento donde lo onírico y lo cotidiano se entrelazan sin estridencias. Con esta película, Haugerud confirma que el deseo sigue siendo uno de los territorios más reveladores del cine contemporáneo.



