
La obra de Julián Barón se ha consolidado como una de las intervenciones más incisivas en torno a las políticas de la imagen en el contexto iberoamericano. Su trabajo desmantela las certezas del archivo, expone la dimensión ideológica del documento y sitúa al espectador ante un territorio donde la memoria es siempre un campo en disputa. En Memorial, Jaula 18 y Ser Libro, Barón despliega una poética crítica que atraviesa el poder, la violencia y la posibilidad misma de narrar.
En Memorial, Barón profundiza en su indagación sobre los dispositivos de control que gobiernan lo visible. A partir del archivo del grupo teatral peruano Yuyachkani, el artista opera un proceso de desfiguración técnica y conceptual, donde crea fotocopias intervenidas, imágenes sobreimpresas y huellas materiales que erosionan la pretensión de veracidad del documento. Al reorganizar este archivo, Barón revela el carácter político de la imagen y muestra cómo la memoria nacional se funda en representaciones manipuladas. Símbolos patrios, retratos de víctimas y signos del dinero se entretejen en un paisaje ambiguo donde los poderes económico y simbólico se confunden. El resultado es una pieza que tensiona los límites entre evidencia, ficción y testimonio, recuperando el archivo como un cuerpo vivo y disputado.
Por su parte, en Jaula 18 profundiza la dimensión colaborativa y multisensorial. Junto al colectivo peruano Jaula, el artista construye un ensayo visual y sonoro que emerge de la calle limeña, creando imágenes intervenidas, grabaciones de campo y restos urbanos los cuales conforman un dispositivo que retrata la precariedad de la ciudad contemporánea. Barón articula un lenguaje del exceso donde la interrupción y la saturación son formas de lectura política. La obra funciona como un espejo deformado de la vida urbana, su caos, su repetición, su economía informal y convierte el ruido social en materia estética. Jaula 18 busca producir una experiencia crítica de su pulso.
En Ser Libro, Barón se desplaza hacia la creación colectiva y la performatividad de la palabra. Elaborado en la Ciudad de México durante el Taller Internacional Ser Libro, el proyecto convoca a los participantes a construir un libro desde la memoria, el dolor y la escritura compartida. La presencia del escribano público Rommel Jaimes Mendoza introduce un gesto decisivo, donde mediante las frases dictadas por los asistentes, las cuales se conforman de evocaciones de las violencias vividas o cercanas, transforma a la acción en un acto de registro público, de magia de sanación colectiva. El libro resultante es una polifonía que desborda la autoría individual, convierte la escritura en un ejercicio de escucha y propone un archivo comunitario donde la palabra deviene forma de cuidado, resistencia y reparación.
En conjunto, la obra de Julián Barón revela una preocupación constante por los mecanismos de poder que regulan las imágenes y los relatos. Su práctica, siempre consciente de la materialidad del archivo y de la fragilidad del testimonio, reivindica la posibilidad de intervenir el documento para abrir otras formas de memoria. Barón nos recuerda que la imagen no es un espejo del mundo, sino un campo de batalla donde se disputan sentidos, cuerpos e historias.















