
La serie Incursiones en la historia familiar del artista Bruno Bresani nos propone una reflexión profunda sobre la memoria, el archivo y la imagen como territorio de reencuentro entre tiempos dislocados. A partir del gesto de intervenir fotografías del archivo familiar, el artista cuestiona las estructuras mismas que definen la memoria visual y su poder de permanencia.

El texto que acompaña la serie sitúa su núcleo conceptual en la cita de Vilém Flusser: “Olvidar es una función tan importante de la memoria como recordar.” Desde esta premisa, Bresani parece entender el acto de recordar como un proceso activo de reescritura. La intervención sobre las imágenes familiares busca problematizar, mediante las huellas del archivo las cuales son materia viva, susceptibles de ser reinterpretadas desde el presente.

El artista establece un diálogo intertemporal entre 1955, Iquitos, Perú —año y lugar que remiten a la vida de su abuelo Federico Bresani— y 2004, México D.F., coordenadas de su propio tiempo y espacio vital. Este gesto de yuxtaponer dos momentos biográficos se convierte en un dispositivo de montaje temporal, una suerte de “artilugio mágico”, como él mismo lo define, en el que el pasado y el presente dejan de ser categorías fijas para transformarse en capas superpuestas de una misma imagen.

Bresani se inserta literalmente en el archivo, mediante su cuerpo y su mirada invaden las fotografías del pasado, desestabilizando los límites entre autor y testigo, entre recuerdo heredado y experiencia propia. En esa operación, el artista encarna la figura del nieto-arqueólogo, que excava en la historia familiar para exponer sus fragmentos, sus silencios, sus zonas de pérdida.
El resultado es una poética del anacronismo, la cual mediante las imágenes, al ser reconfiguradas, suspenden la linealidad temporal y generan un territorio de coexistencia entre el que fue y el que observa. El abuelo y el nieto, separados por medio siglo, aparecen coexistiendo en un mismo plano visual, lo que produce un efecto de “presencia espectral”. Bresani asume el lugar de la sombra que “observa y registra la memoria que se niega a ser abandonada”, una sombra que no pertenece al pasado ni al presente, sino a la frontera inestable entre ambos.
En este sentido, Incursiones en la historia familiar puede leerse también como un acto de resistencia frente a la desaparición. La manipulación del archivo se convierte en un gesto político y afectivo que se opone al olvido; cada imagen intervenida es una tentativa de restitución simbólica, una forma de impedir que lo cotidiano —“acontecimientos cotidianos pero trascendentes”— se disuelva en la amnesia.
El proyecto de Bresani se inscribe en una tradición contemporánea de trabajo con archivos familiares donde la subjetividad del artista se vuelve un agente activo de interpretación. Sin embargo, su propuesta no se limita a la evocación nostálgica, ya que al “destruir los valores del tiempo” y hacer “relativo al pasado y al presente”, el artista abre un espacio de reflexión sobre la propia naturaleza del archivo como tecnología del recuerdo y del olvido.

Incursiones en la historia familiar es una obra que convierte la imagen en un campo de resonancias entre generaciones, donde el acto de mirar se vuelve una forma de convocar lo ausente. Bresani transforma la fotografía doméstica —ese soporte aparentemente estable de la memoria— en un espacio de tránsito y metamorfosis, donde el archivo deja de ser un depósito del pasado para convertirse en una zona de riesgo, en una superficie viva que sigue escribiéndose desde el presente.
