
Carlos A. Scolari, es uno de los teóricos contemporáneos más influyentes en los estudios de comunicación digital y cultura participativa, amplía la definición de narrativa transmedia más allá del marco inicial de Henry Jenkins. Mientras Jenkins se centra en la expansión de un relato a través de múltiples plataformas, Scolari propone entender las narrativas transmedia como un ecosistema semiótico y comunicativo, donde los relatos circulan, se expanden y se reconfiguran en constante interacción con las audiencias.
Scolari introduce un desplazamiento conceptual importante, donde ya no se trata solo de cómo una historia se distribuye entre medios, sino de cómo cada medio, usuario y práctica comunicativa participa en un ecosistema donde los signos se interrelacionan.
En este enfoque, la narrativa transmedia es comprendida como un sistema vivo, compuesto por textos, imágenes, sonidos, plataformas, algoritmos y comunidades interpretativas que interactúan simbólicamente. El relato es un proceso dinámico de semiosis continua.

En este sentido, Scolari retoma la noción de “ecología de los medios” (inspirada en McLuhan y Postman) para situar el storytelling transmedia dentro de un entorno donde cada soporte afecta y transforma el sentido del relato. Así, el sistema narrativo se comporta como un ecosistema, donde cada elemento depende de los otros, y la modificación de una parte altera la totalidad.
El concepto de circulación es central en su propuesta. Los relatos transmedia circulan en múltiples direcciones, donde los usuarios reinterpretan, resignifican y producen otros contenidos (fan-fictions, memes, remixes, comentarios, expansiones narrativas).
En esta dinámica, el sentido se expande y se reconfigura, donde la obra original deja de tener un centro único de autoridad, y el universo narrativo se construye colectivamente en la interacción.
Esta idea se relaciona con la noción de “prosumidor” (productor-consumidor), donde el público es co-productor del relato. El resultado es un entorno rizomático de significados que se multiplican. Las narrativas transmedia, desde esta perspectiva, son procesos culturales en constante mutación.

Scolari subraya que, más allá del contenido, lo que define a una narrativa transmedia es su estructura comunicativa. La interacción entre relato, medio y audiencia genera una inteligencia colectiva (término que retoma de Pierre Lévy) donde los usuarios colaboran para expandir el universo narrativo.
Cada plataforma —ya sea una red social, un videojuego, una exposición o un documental interactivo— establece un contrato comunicativo diferente e invita a actuar, explorar, completar, intervenir o narrar de nuevo. De esta manera, el valor del relato se construye tanto en la obra como en las prácticas de interpretación y participación que la rodean.
Asimismo, este modelo incorpora una dimensión afectiva, donde las comunidades intercambian signos, emociones, adhesiones, memorias compartidas. El ecosistema transmedia se sostiene por flujos de sentido y también por flujos de afecto.

Desde el punto de vista de la creación artística, la propuesta de Scolari tiene implicaciones profundas. Entender el arte como parte de un ecosistema semiótico implica que una obra se expande hacia otros territorios simbólicos, por ejemplo las redes sociales, archivos digitales, performances, espacios virtuales o físicos donde el público interviene. Cada medio y cada gesto del espectador transforman la obra; por tanto, la autoría se distribuye y el sentido se vuelve relacional.
En este marco, la narrativa transmedia es un método de pensamiento artístico. Permite crear universos donde las imágenes, sonidos y textos se comunican entre sí como organismos que respiran juntos. El artista actúa como diseñador de ecosistemas que propone las condiciones para que los relatos surjan, circulen y se reconfiguren colectivamente.

La concepción de Carlos A. Scolari transforma la noción de narrativa transmedia en un modelo ecológico del relato. En lugar de una suma de plataformas o de extensiones mediáticas, propone un entramado comunicativo y simbólico donde el sentido es inestable, relacional y participativo. El relato transmedia, desde esta mirada, se habita, se modifica y se comparte. Es un ecosistema de signos y afectos que evoluciona con la interacción, donde la obra y su público coexisten en un mismo proceso de semiosis expandida.
