
La vida no vale un cobre (2018), dirigido por Maga Zevallos, aborda de manera compleja y crítica el impacto de la minería a gran escala en la provincia de Espinar (Cusco, Perú), ofreciendo una experiencia narrativa que va más allá del formato clásico del documental.

El proyecto se presenta como una “documental transmedia” —es decir, una narrativa desplegada en múltiples plataformas, formatos y soportes. El proyecto, incluye infografías, cortos animados, mapas interactivos, reportajes, una línea de tiempo, elementos digitales que se pueden navegar libremente.
La multiplicidad de formatos permite al usuario interactuar con el material, explorar rutas, piezas, y decidir el orden de acceso. Esto desplaza la lógica tradicional de “emisor → receptor” hacia una lógica de “usuario-interactor” que navega en un ecosistema documental.
El proyecto convierte el sitio web, los mapas, las animaciones y los testimonios en “pequeños archivos digitales” que documentan una realidad subrepresentada: la provincia minera, sus cuerpos, su agua, sus comunidades.

La interfaz y el diseño web como espacio de mediación: la navegación libre fomenta una experiencia que recuerda zonas de deriva, exploración; la tecnología, en este caso, es una metáfora del territorio contaminado: múltiples entradas, caminos, intersecciones.
La propuesta cuestiona la hegemonía de la imagen fija del documental, integrando visualidad, interactividad y participación del usuario. Desde la perspectiva de archivo y memoria, el proyecto funciona como máquina de visibilización y reconoce que el archivo tiene que ser interactividad, línea de tiempo, digitalidad.
En el corazón del documental está la denuncia del extractivismo minero: la provincia de Espinar vive más de 30 años de explotación de cobre a gran escala, y al mismo tiempo se mantienen altos niveles de pobreza, desnutrición, contaminación del agua, presencia de metales tóxicos en cuerpos humanos.
Se documenta que comunidades campesinas de Espinar han sido sometidas a análisis que muestran niveles elevados de metales como cadmio, arsénico, plomo; un plan de salud pública existe pero no se implementa. El Estado, pese a identificar el problema, no actúa con la celeridad o recursos necesarios.

Los cuerpos de las comunidades, el agua, la tierra y las minas se convierten en testimonios vivientes del conflicto. La provincia deja de ser “recursos” para ser “vidas”.
El documental funciona como un contraarchivo que visibiliza lo que los archivos oficiales prefieren silenciar: no sólo los informes institucionales o técnicos, sino las voces de comunidades, su vivencia, su subjetividad.
Las comunidades de Espinar tienen sus propios modos de registro (testimonios, cuerpos, agua, memoria oral) que desafían la forma del archivo estatal o corporativo. El documental transmedia actúa como puente entre esos modos y la esfera pública digital.

La obra visibiliza lo que se invisibiliza: cuerpos contaminados, pobreza persistente, ausencia institucional. Pero también señala que la visibilidad no basta: la experiencia transmedia da cuenta de que la visibilidad debe ser acompañada de navegación, interactividad, compromiso.
La obra diluye las fronteras entre documental, archivo, experiencia digital y arte. No es sólo ver-documental, es navegar-archivo. Esto conecta con prácticas artísticas contemporáneas que utilizan la interactividad, la base de datos, la interfaz como material creativo.

La vida no vale un cobre es una pieza destacable en el panorama latinoamericano de documentales transmedia, tanto por su temática (extractivismo, salud, territorio) como por su forma (multiplataforma, interacción del usuario, archivo expandido).
Convierte voces marginalizadas en protagonistas mediante formatos diversos; propone la digitalidad como espacio de archivo alternativo; genera una experiencia de navegación que tiene tanto valor estético como político. Así mismo explorar cómo la digitalización y la interactividad permiten presentar archivos latentes o invisibles (por ejemplo: resultados médicos, testimonios, mapas de contaminación) de modo emergente; analizando cómo la pérdida, el daño, la contaminación, la invisibilidad activan otra lógica del archivo; para revisar cómo la creación de universos artísticos puede adoptar la forma del archivo transmedia para generar resistencia simbólica frente al extractivismo, al olvido institucional, al archivo oficial.

