El Muro es una experimentación realizada a partir del poema Desapariciones de Paul Auster. En esta exploración mezclo imágenes de mi archivo, de las memorias, de los recuerdos que se borran con las palabras de Auster para crear un sueño de colores que se enfrentan con la palabra escrita y se detienen en las reflexiones que nos abruman.
Se realizaron 70 libros en relación a los 7 fragmentos en los cuales se conforma el poema Desapariciones.
Fotolibro desarrollado en el nivel avanzado de Página en Blando
Autor – Bruno Bresani
Año -2021
DESAPARICIONES
Paul Auster
1
Empieza de nuevo, a partir de la soledad:
como si ahora respirara por última vez,
y es ahora por tanto,
cuando respira por vez primera
más allá del abrazo de lo singular.
Vive, y no es por tanto
sino lo que se aloja
en el insondable hueco de su ojo,
y lo que ve es todo lo que no es: una cuidad
del hecho indescifrable,
y por tanto, un lenguaje de piedras,
pues sabe que en el total de la vida
una piedra dará paso a otra piedra
para hacer un muro
y que todas esas palabras
formarán la monstruosa suma de pormenores.
2
Es un muro, y el muro es muerte
ilegible, garabato del descontento, en la imagen
e imagen consecutiva de la vida;
y los muchos que aquí están, a pesar de no haber nacido
y aquellos que hablarían para darse luz a sí mismos.
Aprenderá el habla de este lugar.
Y aprenderá a morderse la lengua
Pues ésta es su nostalgia: un hombre.
3
Oír el silencio que sigue a la palabra de uno mismo.
Murmullo de la más mínima piedra tallada a imagen de la tierra
y que los que hablen no sean más que la voz que los habla al aire.
Y dirá, de cada cosa que vea en este espacio,
y se lo dirá al muro mismo que crece ante él:
y también para esto habrá una voz, aunque no será la suya.
Incluso a pesar de que habla.
Y porqué habla.
4
Están los muchos. Y están aquí:
y por cada piedra que cuenta entre ellos
se excluye así mismo,
como si también él fuese a respirar por vez primera
en el espacio que lo separa de sí mismo.
Pues el muro es una palabra.
Y no ha palabra que él no cuente como piedra en el muro.
Por tanto empieza de nuevo,
y a cada instante que empieza a respirar
siente que no ha habido nunca otro tiempo,
como si el tiempo vivido
pudiera encontrarse a sí mismo
en cada cosa que no es.
Lo que respira, por tanto,
es tiempo, y sabe ahora
que si vive
es sólo en lo que vive
y seguirá viviendo
sin él.
5
Frente al muro
adivina la monstruosa suma de pormenores.
No es nada.
Y es todo lo que él es.
Y si él nada fuera, déjalo empezar
donde se encuentre a sí mismo,
y como cualquier otro hombre
que aprenda el habla del lugar.
Pues también él
vive en el silencio
que viene antes de la palabra
de sí mismo.
6
Y de todo, de cada cosa que ha visto
hablará:
de las piedras
su cegador recuento
hasta el las líneas de la muerte;
aunque solo sea
por que habla.
Por tanto, dice yo
y se cuenta a sí mismo
en todo lo que excluye,
que es nada,
y puesto que él es nada
puede hablar, lo que quiere decir
que no hay escapatoria
de la palabra nacida
en el ojo. Y fuera él o no a decirlo,
no hay escapatoria.
7
Está solo. Y desde el instante en que empieza a respirar,
no está en ningún sitio.
Muerte plural,
nacida en las mandíbulas de lo singular,
y la palabra que construiría un muro
a partir de la piedra más interna de la vida.
Pues nada de lo que habla es él;
y a pesar de sí mismo, dice yo,
como si también él empezara a vivir en todos los otros que no son.
Pues la ciudad es monstruosa,
y no hay en la boca fugas
que no devoren la palabra de uno mismo.
Por tanto, están esos muchos,
y están
todas esas vidas talladas
en las piedras de un muro,
y aquel que fuera a respirar
aprenderá
que no hay más destino que éste.
Por tanto, empieza de nuevo,
como si por última vez respirara.
Pues no hay más tiempo. Y lo que empieza
es el final del tiempo.