Said Pulido
Hace ya un tiempo (más de 100 años ), sucedía la Revolución Industrial y todo progresaba en las fábricas y los sistemas económicos, lo cual, facilitó la vida en nuestros hogares gracias a la liberación de muchas patentes tecnológicas. Entre lo más destacado e importante para los seres humanos nómadas fue la explosión del progreso en los medios de transporte, desde los autos para moverse de un lugar a otro, hasta los barcos donde han llegado miles y miles de migrantes en busca de una nueva oportunidad. Y para mi lo más destacado en retrospectiva cinematográfica : Los trenes.
El tren desde sus inicios ha sido un transporte útil para los viajeros solitarios o acompañados (según sus posibilidades). Recordemos la supervivencia en el Oeste Americano en el siglo XVII donde viajaban miles de personas afro descendientes en busca de un futuro más próspero, lejos del racismo y la esclavitud sureña; de ahí quizá el interés en buscar algo más humano, a partir del sentimiento de soledad reflejado en viajar en un tren hacia un destino incierto. El tren también ha funcionado como medio de transporte de migrantes de cualquier parte del mundo, destacando países menos desarrollados anclados a progresar sobre su gente, dada la desigualdad que pone en riesgo a muchas personas viajando encima de los toldos del tren. Hablando de migrantes Hondureños y Salvadoreños que viajan por la bestia desde Guatemala hasta Tijuana, tratando de cruzar hacia los Estados Unidos de América o en los inmigrantes de Bangladesh yendo hacia lugares con más oportunidades como las fábricas textiles que contaminan los ríos en La India, o en Sri Lanka donde hay una fábrica de artículos navideños que emplea y explota a miles de niños cada año. Aquí hablamos de un tema donde se busca un futuro mejor, incluso en países desarrollados como Japón, el tema del tren bala es un contraste entre el progreso y la tecnología que choca con una ciudad muerta por dentro, gracias a sus atareados trabajos y poco tiempo de convivencia, una soledad que incrementa una pandemia de depresivos y suicidas que no pueden más.
Sin embargo, el origen del cine y los trenes es algo muy ligado a la experiencia personal e introspectiva, pero el transporte tiene un romance con los orígenes del séptimo arte.
Cualquier persona que se inicie en el arte de la cinefilia sabe que el primer fragmento proyectado en una carpa, también conocida como “Nickelodeon “ (se pagaba un níquel por entrar a ver todo tipo de espectáculos en una carpa y de ahí el nombre ), fue la de un tren que se dirigía hacia un público que se asustaba como si el tren fura a atropellarlos y aplastarlos, todo orquestado por los hermanos Lumiere. Sin embargo este viaje apenas empezaba y se consolidaría como arte e industria años más tarde. Estamos de acuerdo en algo: el tren muchas veces es un personaje más, un testigo de lo que sucede dentro y fuera de él, y los personajes por lo regular experimentan ahí su redención o sus pensamientos más profundos; desde una huida hasta un viaje de placer. Siempre llegan transformados; puede ser en cualquier momento del filme, pero siempre surgen historias interesantes que nos remontan al archivo mental donde se encuentran con ellos mismos: a través del viaje, los paisajes o simplemente al encontrarse en una profunda soledad.
Veamos los elementos que convergen en estos viajes: Algunas veces el viajar con un objetivo, cambia las cosas al cruzarnos con personas o situaciones que generan ciertos cambios despilfarradores de sentimientos hallados en un personaje, y se puede respirar un sentimiento novedoso dentro de sí, es decir, poder cambiar algo malo por algo bueno o deshacer un prejuicio. Entre las premisas más obvias está la comedia de Wes Anderson titulada The Darjeling Limited que a mi personalmente me parece una peli infravalorada, ya que toca el tema del amor fraternal y además se convierte en un road movie de humor negro y a la vez tierno y gracioso. El Darjeling es un tren que viaja a través de la India y se divide en sectores de clases: desde gente muy pobre, hasta personas de mucho poder adquisitivo. Ahí viajan tres hermanos muy diferentes, que tienen conflictos entre ellos, pero van a ver a su madre luego de que esta desapareciera por algún tiempo. Viven situaciones de amor, de peligro y también situaciones mágicas donde el archivo mental les dará la vuelta sentimental y aprenden a perdonarse; se darán cuenta del verdadero valor de las cosas y ahí, aprenderán a despejarse y abrir un mundo que como hermanos nunca descubrieron.
Oro claro ejemplo es la hermosa película de Juho Kousmanen; Compartment no 6”, donde la protagonista, una mujer Finlandesa, toma un tren en Moscú y viaja hasta Murmask para ver unas pinturas rupestres. Durante el viaje conoce a Lyokha, un joven problemático y molesto al que aprenderá a aceptar y querer a lo largo del film, concretando una bella amistad y con un final tan conmovedor que me hace llorar de solo acordarme. Sin embargo el punto que quiero tocar es que la chica Finlandesa llamada Laura siempre recuerda a su novia con una cámara de video digital; ella hace que esa videocámara piense por ella y ahí archiva su viaje y los recuerdos con la chica que ni caso le hace. Sin embargo, cuando su cámara es robada por un supuesto amigo paisano suyo que vagaba por el tren, Laura tiene que empezar a usar su archivo mental para pensar por sí misma y reflexionar sobre su relació, y a la par aceptar a Lyokha como persona. Ahí la redención, al momento de aceptar el entorno usando como vínculo el amor, la amistad y la fraternidad.
En Japón suceden dos historias inquietantes dentro de su cine animado que hablan sobre dejarse llevar por la ensoñación, el no pensar en nada y fluír con la corriente, el dejar que los paisajes hablen y se remonten en un coágulo de enseñanzas visuales. Un ejemplo muy claro y muy bello es El Viaje de Chihiro: un simple viaje en tren de la sexta estación a la casa de una bruja para entregarle un sello robado por un poderoso niño dragón. Este viaje en tren es adornado por fantasmas vestidos de civiles; todo es hermoso, desde los paisajes mañaneros de casa solitarias en medio de la nada, hasta estaciones que se sumergen en el mar y por supuesto al caer la noche se iluminan con pequeños faros, todo esto acompañado de la maravillosa música de Joe Hisaishi .
El personaje de la niña llamada Chihiro aguarda llegar a casa de la bruja, pero no se altera ni se percata a dónde va, todo es esperar sentada hasta llegar a un bosque donde una lámpara saltarina la recibe a ella y sus mascotas (una rata egipcia y una mosca). Entonces el viaje en tren estimula nuestros pensamientos con la pregunta: ¿Qué sucederá después?
Un ejemplo más es el Night on the Galactic Railroad, de Gisaburo Sugi, que es una versión más infantilizada de lo ya mencionado con el Viaje de Chihiro , sin embargo entramos en un tema más profundo y hasta místico. El film es deprimente pero esperanzador al mismo tiempo: trata de un mundo de gatitos antropomórficos que viven en un pueblo; entre ellos destacan: Giovanni, un gatito que trabaja para cuidar a su madre y Campanella, amigo de Giovanni, un gatito introvertido. Esta amistad es llevada al punto donde Giovanni escapa de la fiesta nocturna de su pueblo para refugiarse en sus pensamientos, pero de pronto es atrapado por un tren que lo lleva a una estación vacía, luego lo lleva al mismo tren y ahí dentro observa que está viajando al espacio exterior, luego viaja al limbo y al final viaja al cielo, acompañado de su fiel amigo Campanella. Aquí no es la fraternidad la que reina, sino mas bien la intuición de que algo va a ir cambiando y la película nos hace reflexionar poco a poco, al punto de darnos cuenta de una verdad absoluta: el tren era una metáfora de la muerte o de la transición del estar vivo a estar en otro plano, pasar a ser energía pura. Giovanni solo acompañaba a su amigo Campanella en un viaje final, pues Campanella había muerto ahogado esa misma tarde en un lago. Pero Campanella aceptó ese viaje y despertó de nuevo donde el tren lo atrapó para así al final regresar a casa…Y Chihiro al final en lugar de caminar por las vías de un tren sin regreso, volvió a casa montada en un poderoso dragón blanco: Ahí los mensajes esperanzadores. Dos pelis animadas con un mensaje enternecedor relacionado a la ensoñación en trenes.
Jim Jarmusch utiliza las transiciones de caminos en muchas de sus películas, ya sea para presentarnos el entorno o bien la vida puesta en una carrera hacia los recorridos, pero en realidad la mayoría de las veces ese entorno que nos muestra es más para dejarnos ver transiciones con la música ad hoc de de lo que el personaje en cuestión piensa. Tomaré como ejemplo dos de sus mejores películas; una es Mystery Train de 1986, donde una pareja de turistas japoneses discuten en el tren sobre el lugar donde Elvis Presley ha grabado su música. Ellos ven el mundo con ojos de bebés que están aprendiendo, a la par de un gran fanatismo por el Rockabilly. El tren simboliza esta paz en pareja que ningún otro personaje de las historias de Mystery Train podrá tocar .
El segundo ejemplo está en el film de 1995: Dead Man, que también inicia en un tren y el personaje de William Blake adjunta una serie de emociones en su interior, pero se muestra indiferente. A pesar de las miradas extrañas, el joven Blake sigue mirando los paisajes del viejo Oeste, pero al pasar el tiempo y al saber a dónde se dirige gracias a un desconcertado maquinista, William se percata de algo: es un hombre que se guía por la muerte y la violencia de un pueblo casi maldito llamado Machine. Los paisajes desérticos del viejo Oeste se transforman en una oleada sangrienta de búfalos muertos, porque los pasajeros que se dirigen a Machine disparan a los animales desde las ventanas del tren, destruyendo el lado contemplativo del film y transformándolo en un Western de verdad.
En conclusión, los trenes dignifican los viajes personales, y no se necesita recaer en el road movie como tal, sino ser un ayudante al contemplar cada detalle de la vida, pensar con los personajes y al mismo tiempo sentirnos intimidados por el mismo tren. Desde los inicios del arte cinematográfico, los rieles y las locomotoras han sido sinónimo de introspección y vagancia, pero también de transformación de vida, de pensamiento y entrenan un lado contemplativo que a todos nos hace falta, ya que al final, estaremos todos en un tren de regreso a casa.







